lunes, 14 de octubre de 2013

“EL MAÍZ Y LA PALABRA” 



América y su historia atravesada por el cultivo

INTRUDUCCIÓN:

En la civilización maya existen ceremonias que más allá de la sencillez  de su ritual cobran efecto en cuanto a su trascendencia.
Quizá debido a esa fuerte raigambre que otorga entidad a la tierra y la equipara al ser colocándola a su par, el cultivo del MAÍZ no sólo se elevó al rango de divinidad en la época prehispánica sino que continúa adjudicándole forma humana aún en nuestros tiempos. 
Tal vez por ese amor a la madre tierra, también se ama y venera a la PALABRA como signo de verbo; en efecto, la palabra de la madre o la abuela cual recurrencia a la naturaleza misma -por ser voz de sabiduría y enseñanza- garantiza la perpetuidad en la cadena de la vida.
Así, por ejemplo, sus conocimientos milenarios constituyeron desde siempre verdaderos canales respecto a la naturaleza en la tarea de ir delimitando los tiempos, augurando el éxito de la cosecha.
Ambos tópicos, MAÍZ y PALABRA, se cruzan y entrecruzan; se evocan y se apoyan el uno y el otro casi de manera escatológica.
A partir de un instrumento fundante en la civilización como es el Popol Vuh, se intentará dar cuerpo a esta idea echando luz sobre su diálogo de entonces pero también sobre su avance y fortalecimientos con el correr del tiempo, plasmada primeramente en los versos contemporáneos de Gabriela Mistral y luego en la impronta kiché de Humberto Ak Ábal, llegando a la actualidad pero evocando el pasado y su imbricación con la naturaleza como tránsito a lo sagrado.





1. LA PALABRA COMO FUERZA REVELADORA
EL POPOL VUH (o libro del consejo de los indios quichés)

        “Li Dios xatxcanab, At Tzul, renak toauc chacuu” 
(Dios nos ha dejado a ti, oh Cerro, para que sembremos en ti).


A) LA CREACIÓN DEL HOMBRE Y SUS PRIMEROS INTENTOS

Este libro cuyo original fue pintura, memoria, palabra y que en forma de tradición oral fue conservado hasta mediados del siglo XVI, es el libro de la comunidad, el relato del principio, la luz que rebeló el descubrimiento, el único y reconocido descubrimiento de la ciudad quiché, el alba de la vida.  
“…éste es el principio de todo lo que sucedió en este pueblo del Quiché…” reza en su Capítulo I y a modo de presentación. “…todo perfeccionado y acabado por el creador, que es padre y madre de la vida y de la creación y que comunica la respiración y el movimiento” remata, apoyándose en la presencia de polisíndeton que refuerza la figura y el valor primigenio de la creación.
Ya el maíz y la palabra en perfecto ensamble iban tornando la figura del hombre, pues luego de encontrarse –los dioses- disconformes con la especie animal y terminar desechándola, es el maíz -junto al tzitté- quien asiente la nueva idea de crear al hombre de madera: “- Háganlo así, que así estará bien; y hablará la madera, labren al hombre de madera”
“Sin corazón ni entendimiento” esta criatura pereció rápidamente. No resulta llamativa la ausencia de palabras pues no había entendimiento; no deviene en asombro la falta de evocación al maíz pues no había corazón y, en consecuencia, sangre. Hablaron los perros, las piedras, los comales y las ollas: la palabra provocando la acción, el verbo haciéndose palabra y tejiendo la historia.
“…con todas esas voces andaban los hombres como fuera de sí y sin sentido…”  concluye el capítulo.
Al hombre le faltaba la palabra, a la palabra le faltaba la inspiración. 


B) UN TORRENTE LLAMADO MAÍZ

En esta instancia se define por la creación definitiva del hombre, que tendrá sangre y alma de maíz, elemento muy preciado y de vital importancia para estos pueblos ya que de él dependía en gran medida su supervivencia; era uno de sus principales alimentos.
Nacerán así los primeros cuatro hombres. Estos se mostrarán plenos de sabiduría, al punto que los dioses lo juzgan inconveniente por considerar que se querían equiparar a ellos. Entonces los privan del conocimiento y de la sabiduría.
Será a partir de aquí que se verán condenados a la angustia diaria de esperar la salida del sol cada vez, cada día. A esto se le sumará que los hombres padecerían frío, estando el fuego en poder del dios Tohil, que accede a dárselos, solo a cambio de sacrificios, de la entrega de sangre.
“…Y de esta manera se llenaron de alegría, porque habían descubierto una hermosa tierra, llena de deleites, abundante en mazorcas amarillas y mazorcas blancas …”
“…Había alimentos de todas clases, alimentos pequeños y grandes, plantas pequeñas y plantas grandes. Los animales enseñaron el camino. Y moliendo entonces las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, hizo lxmucané nueve bebidas, y de este alimento provinieron la fuerza y la gordura y con él crearon los músculos y el vigor del hombre. Esto hicieron los Progenitores, Tepeu y Gucumatz, así llamados…”
“…A continuación entraron en pláticas acerca de la creación y la formación de nuestra primera madre y padre. De maíz amarillo y de maíz blanco se hizo su carne; de masa de maíz se hicieron los brazos y las piernas del hombre. Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados…”
(Tercera Parte, Capítulo I)
En efecto, luego de numerosos intentos por parte de los dioses (madera, barro), el último tuvo un cierto carácter genético y fue llevado adelante por medio del maíz blanco y el amarillo. Así le fueron dando forma, luego las criaturas ingirieron el alimento convirtiéndolo en sangre. 
La cosmogonía maya atribuye el origen del hombre americano a la masa formada con la mazorca blanca y amarilla, y así explica la adoración y la existencia de ‘Nal’ (dios del maíz) vinculado al maíz: hombre joven con deformación craneal y carente de rasgos animales: la imagen misma del humano.
“...en casas sobre Pirámides nacían las mazorcas amarillas, las mazorcas blancas…He aquí que se conseguía al fin sustancia que debía entrar en la carne del hombre construido, del hombre formado, esto fue su sangre, esto se volvió la sangre del hombre. Esta mazorca entró en el hombre…” (Capítulo XII)
Desde siempre, el maíz ha sido más que un alimento un proveedor de bondades nutritivas, combinando técnicas de agricultura extensiva (sistema de roza-tumba-quema y barbecho) con otros tipos intensivos (terrazas, tablones) y convirtiéndose en factor de tránsito de la sociedad nómade de cazadora a otra sedentaria de agricultura.
En la cosmovisión mesoamericana el transcurrir de la sociedad se reflejaba en las diferentes etapas por las que transcurría el desarrollo del maíz. Una de sus nutrientes, la niacina, resulta fundamental para transformar la grasa y proteína consumida en energía. Y esto se hacía posible merced al procedimiento de ‘nixtamalización’ que realizaban los mayas.
Por ello, los españoles al llevar el maíz pero no el proceso, produjeron en su sociedad la epidemia de la pelagra y mientras en Europa con el maíz se alimentaba a los cerdos y al ganado, en América era (es) considerado regalo de los dioses, el que nos han permitido sobrevivir más de cinco mil años y crear una gastronomía tan nutritiva como asombrosa: desde tortillas para calmar el hambre hasta el atole para quitar la sed, pasando por el alote cocido o asado. Así toma una función extra a la meramente nutritiva y es la social: la de  acompañar como actor en una cadena de producción agrícola, que incluye refrescos y bebidas (infusiones, café, pozol champurro).
En el plano discursivo, el maíz –al igual que la palabra, que la tierra, que el hombre- es evocado continuamente: sea como elemento nutritivo del que se alimenta el hombre, sea como elemento vivificante, del que se nutre la tierra (en numerosos pasajes se apela a la molienda de huesos equiparándola al maíz, como nutriente de la madre tierra) y del que se nutre el propio hombre (el maíz como sangre para dar vida y como materia –masa-para darle forma).  



2. MESOAMÉRICA Y UNA NUEVA VISION CONTEMPORÁNEA

La fusión de los cultivos:

“El tiempo del poeta es distinto al tiempo cronométrico.
‘Lo que pasó, pasó’ dice la gente. 
Para el poeta,
 lo que pasó volverá a ser, volverá a encarnar” 
(Octavio Paz). 

        La literatura contemporánea se ha caracterizado por dimensionar a la palabra y otorgarle un poder de creación casi desafiante de la naturaleza y del mismísimo universo.
La poetisa chilena Gabriela Mistral, desde su “Desolación” escrito y aparecido allá por 1921, ha sido valorada y reconocida en todos los países del continente debido a su pasión por América y la visión de su historia.
Es en su libro “Tala” donde se manifiesta su amor americano remembrando costumbres, hábitos, ritos y alimentos de los antiguos pueblos del continente: La re significación mítica desde una concepción integradora y el rescate simbólico de los pueblos originarios.      
María Eugenia Urrutia en su trabajo “la identidad americana en la poesía de Gabriela Mistral”  rescata el vínculo entre su diálogo obsesionado con la divinidad y la cosmovisión metafísica, rompiendo decididamente el concepto de temporalidad para actualizar aquella realidad ancestral en nuestro presente.
Su búsqueda de valores artísticos y religiosos y su rechazo al intelectualismo del siglo XIX es un intento de apostar a la vida, al sentimiento y a la fe, haciendo del arte un elemento catártico y de la naturaleza un modelo: el artista crea a semejanza de dios.
“Su pasión por América es pasión por el mundo” sostiene Gastón Von Dem Bussche , quien le reconoce verdadera representación en tanto sentir de los ancestros míticos de América.  .
El sol y la cordillera como unión de opuestos orienta su poesía, evocando la visión americana de los orígenes y el agua también se hace presente como elemento purificante y dador de vida; pero es sin dudas el maíz lo que recupera como canto ceremonial y alimento fundante de las razas primitivas, exhibiéndolo a través de la palabra como elemento de fuerza, vigor, pleno de pureza y a color.



3. LA PALABRA COMO FUERZA LIBERADORA

América se hace fuerte en el maíz y libre en la palabra
“Salimos perdiendo, salimos ganando.
Se llevaron el oro, nos dejaron el oro: nos dejaron la palabra” 
(Pablo Neruda)

Las características que adquirieron las letras merced a este nuevo paradigma ayudaron a desentrañar esta cuestión de la historia americana. El concepto de literaturidad, literatura, lenguaje o civilización amplió la óptica de la historia universal y un nuevo cotejo de culturas se hizo necesario merced a la validez de viejas historias o testimonios.
La poesía de Humberto Ak’abal reivindica las voces amerindias y las posiciona como una vía paralela y alternativa a la dispersión “posmoderna” occidental, al mismo tiempo que reconoce la importancia del diálogo intercultural. 
Lejos de considerarlas culturas extinguidas, lo que hace el poeta es precisamente recuperarlas y exhibirlas desde una posición contrastante a la impronta de nuestro tiempo. Su poesía responde a los ritos ancestrales, a los lugares u objetos dotados de poder: una magia de la cual, al lector le resulta imposible abstraerse.
La pregunta flota en el aire: ¿existe invencionismo por parte del autor, o existe una forma diferente de conocimiento? El chamanismo, las oraciones, los rituales alrededor de la muerte, los lugares sagrados, las piedras, las montañas, las cuevas, los rayos, la tormenta son nudos de un mismo tejido que abriga a la cultura maya.
La oralidad ha pasado a la escritura como la palabra de la abuela se ha transferido a la del poeta y a través de sus ediciones bilingües (K’iche’-Español), Ak’abal ha demostrado el alcance poético de una lengua no hegemónica, mixtura de la palabra de los abuelos, de los saberes del pueblo K’iche’ y de la creación individual. 


PARAÍSO

Aquí era el Paraíso.
Maíz, trigo, frijol,
no había fruto prohibido,
las culebras eran mudas.
Hombre y mujer
hacían el amor sobre la hierba
y se cubrían con el cielo.
Hasta que hablaron
las serpientes.
Prohibieron los frutos
y se repartieron entre sí
el paraíso.

Notemos un escenario (el paraíso) con dos actores compartiendo el protagonismo: el maíz y la palabra. Recurriendo al maíz se establece el concepto de libertad; la palabra, por ausencia (culebras) o por presencia (serpientes), determina su continuidad.
También se recupera, bajo la oposición de hierba/cielo, aquella dualidad de mar/cielo anterior a la creación (Capítulo II), con sólo la presencia de “Señor y Creador, culebra fuerte, madre y padre de todo lo que hay en el agua…adornado y oculto entre plumas verdes…culebra fuerte y sabia”.


        Para ir finalizando…: MAÍZ y PALABRA se tensan, se buscan, se requieren, se invocan. El cultivo de uno tendió su mano al cultivo del otro y en la historia de América, el maíz arrancado y expoliado por los conquistadores reverdeció al son de las palabras que olvidaron o que nos dejaron sin pensar, tal vez, que cinco siglos más tardes servirían de escudo para impedir una nueva explotación.

     El sostenimiento de la cultura, la reiteración de las ceremonias y los rituales, la conservación de las costumbres y creencias y el cultivo de la palabra hicieron posible la utopía de Miguel Ángel Asturias, y miles de hombres -cuál hormigas- transportan felices la cosecha del maíz sembrada por sus ancestros, mientras una voz se alza en su defensa vaticinando: “Nace un nuevo tiempo donde el ser humano constituye una unidad con la Madre Tierra y todos viviremos en armonía y equilibrio con la totalidad del cosmos”.


*INTEGRANTES:              
Grupo 4: Eliana, Maxi, Fernando, Pablo Rafael, Belén.



                                     

1 comentario:

  1. Cuánta "RIQUEZA QUE PODEMOS ENCONTRAR CUANDO EMPEZAMOS A DESARMAR LOS DIFERENTES RINCONES Y TRAMAS DE LA REALIDAD, SUMERGIRNOS EN LAS AGUAS DEL PASADO Y ENTENDER NUESTRO PRESENTE". Valiocísimo aporte.

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